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Ningún arquitecto del mundo es más conocido que él. Le Corbusier es para todos, el arquitecto del siglo y encarna la modernidad. Hombre del futuro, visionario….Le Corbusier era ante todo un creador. Su obra como pintor, escultor, arquitecto, urbanista, escritor y teórico se ha exaltado con exageración, a la vez que ha sido injustamente ridiculizada. Para bien o para mal, todos los arquitectos contemporáneos le deben algo. Mientras vivía, acudían a su estudio, el taller de la calle Sèvres, para trabajar con él, incluso gratis, de todos los rincones de la tierra. Su figura era intimidante. Un rostro liso sacerdotal, grandes gafas redondas, su eterna pajarita, un aire a la vez distante y sencillo. Ni su mirada lejana, ni su naturaleza callada, ni sus enfados o su tono cortante podían impedir que sus discípulos sintieran devoción por él. Se le admiraba a pesar de sus exigencias locas, sus ausencias, su tono moralizador, sus fórmulas tajantes y molestas, pero que daban en el blanco. Se le veneraba, sus utopías salvajes, sus genialidades, su forma de adelantarse siempre…. en definitiva, por su libertad. Inventar, no copiar nada, innovar siempre. “Osar y querer crear”.

 

 

Muchos  no ven en él más que al promotor de lo más deplorable de la arquitectura. Se le acusa de haber creado torres infernales, aparatos, viviendas de protección oficial en extrarradios de pesadilla; en definitiva, de todos los fracasos y destinos de la reconstrucción de la posguerra. Gran error, todo lo que tiene de bueno la arquitectura contemporánea se lo debe a él. Ha inventado un estilo que ha transformado nuestras vidas,  que se ha instalado de tal modo en nuestras costumbres que ya no vemos lo que podía tener e revolucionario: los apartamentos claros, en dúplex, despejados y luminosos; la circulación fluida y la comodidad sonora; los grandes volúmenes acentuados por un mobiliaria mínimo, sobrio y elegante; astucias para ampliar el espacio; la incorporación de elementos, de terrazas como jardines colgantes…. Todo ello parece hoy en día muy evidente. ¡Antes de Le Corbusier no existía!

 

 

VIDA

OBRA

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